No todos los rincones que hemos visitado en Renania son pequeños pueblos con casitas antiguas, también nos hemos dejado caer por ciudades más modernas como Düsseldorf, la capital del estado de Renania del Norte-Westfalia.

Düsseldorf
Llegamos al centro con el coche a eso del mediodía. No nos apetecía estar buscando dónde aparcar por las calles de una ciudad desconocida, así que nos dirigimos al primer parking disponible siguiendo las indicaciones de los carteles. Al final lo dejamos en el aparcamiento de los almacenes Shadow-Arkaden.
La zona comercial un sábado a esas horas estaba hasta los topes. Nos cruzamos incluso con unos manifestantes que entendimos protestaban por el uso de pieles de animales para fabricar ropa.
Cruzamos la Königsallee, una de las avenidas comerciales de Düsseldorf más famosas, para dirigirnos a la Bolkerstrasse a comer algo, pues en esta calle peatonal se concentran decenas de bares y restaurantes y está siempre muy animada.

Dusseldorf – Bolkerstrasse
Terminamos de comer nuestro chucrut (del choucroute francés o sauerkraut alemán), seguimos recorriendo esta calle plagada de bares hasta llegar a la Marktplatz, donde además del ayuntamiento nos encontramos varias filas de bancos blancos iluminados con luces de distintos colores.

Dusseldorf – Rathaus

Dusseldorf – Markplatz
Y acercándonos más al río, llegamos a la Burgplatz, donde hoy solo queda un torreón del castillo que estaba aquí situado antiguamente y al que la plaza debe su nombre.

Dusseldorf – Burgplatz

Dusseldorf – Burgplatz – Torre del Rin
Desde esta plaza se puede acceder al río Rin y ver la Torre del Rin o Rheinturm.
Fuimos paseando bordeando el río unos metros, pero volvimos a alejarnos de él para acercarnos a la Carlplatz, donde había mercado, y nos encanta pasear por los mercados de las ciudades que visitamos. En ellos siempre se puede disfrutar de mezclas de colores, olores, sabores y culturas, y nos encanta comparar mentalmente unos con otros, comparando así las diferentes culturas. Los puestos más concurridos eran los que vendían flores, aunque se pueden comprar también todo tipo de verduras, frutas, productos típicos… y también hay muchos puestos de comida preparada donde hacer una parada para llenar la tripita.

Dusseldorf – Carlplatz – Flores

Dusseldorf – Carlplatz – puesto patatas
Satisfecha nuestra curiosidad de mercadillos seguimos nuestro camino hacia la Rheinturm y Medienhafen, la zona más moderna de la ciudad.

Dusseldorf – Medienhafen
Estábamos empapados después del paseo bajo la lluvia, así que decidimos tomar un tranvía en dirección al centro para coger el coche. Cuando llegamos al parking tuvimos que rascarnos los bolsillos para pagar los casi 10€ que nos costó tener el coche allí un par de horas. Además, no pudimos pagarlo con tarjeta. La máquina nos mostraba un error que no entendíamos hasta que un amable paisano nos indicó que sólo aceptaba tarjetas alemanas (oh my God!).
Ya en el coche pusimos en el GPS la dirección del apartamento donde pasaríamos la noche. Elegimos el Apartment Flehe por el precio, 20€ la noche por un apartamento para dos personas! Pero ay! había truquito… hay que incluirle el módico precio de 60€ por gastos al día… Aún así el apartamento estaba muy bien, y justo delante había un Lidel para poder comprar algunas cosas para cenar y desayunar. En el apartamento había una cocina equipada para una estancia corta.
Tambíen delante del apartamento hay una parada de tranvía donde tomar una linea que te lleva al centro en 15 minutos, así que después de descansar un rato cogimos el tranvía para ir a tomar algo.
Llegamos de nuevo a la Bolkerstrasse, donde os decíamos que la oferta de restaurantes para comer es amplia, y a esas horas además ya empezaban a animarse también los bares de copas. No nos decidíamos por un restaurante para cenar, hasta que nos metimos por la calle Schneider-Wibbel-Gasse, donde nos llamó la atención la cantidad de restaurantes españoles que había en una sola calle. Una española y un belga buscando restaurante en Alemania, no me parecía que la opción más adecuada fuese un restaurante español, pero vi el cartel del menú con publicidad de Estrella Galicia y me pudo la morriña de emigrante gallega, así que entramos sin pensarlo demasiado. Cuando nos trajeron la carta se me quitaron las ganas de Estrella Galicia, 3€50 el botellín, ¡¿estamos locos?! Tengo morriña, pero no me gusta quemar el dinero. A lo que no me pude resistir fue a pedir el pulpo a la gallega. Lo pedí un poco desconfiada. ¿Pulpo a la gallega en un restaurante español en Alemania? Mmmm… no se yo…. Pero lo cierto es que estaba bastante bueno. Eso sí, los pimientos de Padrón un engaño. Eran pimientos verdes, no estaban malos, pero ni comparación.
Después de la cena no podíamos irnos a dormir sin hacer una paradita para tomar un cocktail en alguno de los multiples bares hasta arriba de chavalada (y de gente adulta como nosotros :D). Nos sentamos en la terraza del SweetHeart, donde los cocktails estaban buenos y durante la hora feliz salen bastante económicos.
El ambiente estaba muy animado, pero nosotros estábamos cansados y subíamos la media de edad del bar, así que decidimos retirarnos a dormir aprovechando que no era tarde y el transporte público seguía funcionando.