Tras un primer y segundo días de ruta muy tranquilos, con el mar como un plato y sin una ola, el tercero iba a ser más movidito.
La furgoneta vino a recogernos a las 9am al hotel. Antes de comenzar la ruta debíamos pasar por las oficinas en Es Grau para recoger la comida y material para pasar la noche, puesto ibamos a pasarla en la playa bajo las estrellas.
¡Es increíble la cantidad de cosas que caben en un kayak! Los sacos de dormir, toldos, comida para dos días, agua, ropa para pasar la noche.
Ya con todo cargado en la furgoneta nos dirigimos hacia la playa desde donde empezaría nuestra ruta ese día. Ya por el camino no nos equivocamos al pensar que no iba a ser un día tranquilo, llovía y hacía bastante viento.
Partimos desde la zona de Cabo de Cavallería, donde se encuentra Sanitja, primer puerto menorquí, de origen romano.
En cuanto nos alejamos un poco de la playa empezaron las dificultades. No es que hubiese olas de 5 metros que nos hiciesen volcar, pero se me estaba haciendo cuesta arriba controlar la dirección de mi kayak. Tanto fue así, que finalmente Eloy, nuestro guía, me enganchó con una cuerda a su kayak para ayudarme a seguir su dirección (aunque yo siguiese remando para que no tuviese que tirar de mí). Yo no me veía con fuerzas para seguir remando mucho tiempo en esas condiciones, así que decidimos hacer una parada en Platja de Cavallería. Y cuando nos estábamos acercando a la orilla, una ola me empujó en otra dirección, ¡hacia las rocas! Pese a mis intentos de girar hacia la izquierda siguiendo los consejos de Eloy, la ola fue mas fuerte que yo (no es que yo sea mu fuerte), así que acabé entre las rocas, con la suerte de que mi kayak quedó enganchado entre dos rocas bastante estable, así que pude bajarme tranquilamente e ir caminando hasta la orilla, pues la zona no cubría más que hasta las caderas. El resto del grupo llegó a la playa surfeando las olas, sin mayor incidencia.
Pensábamos que sería complicado salir de la playa con las olas en contra, pero lo cierto es que fue más sencillo salir que la llegada (sobre todo en mi caso). Y tras un ratito más remando llegamos a la playa donde pararíamos para comer, Cala Pregonda.
Después de comer estuvimos descansando en la playa, esperando también a que el oleaje y el viento se calmasen un poco, tras lo que retomamos el camino.
A pesar de no ser tan fuerte como por la mañana, el oleaje seguía dificultándonos las cosas, así que la siguiente parada no estaría muy lejos. Pararíamos en Cala Calderer para pasar la noche.
Fue una buena opción para dormir, pues resultó ser una playa muy tranquila, abrigada del viento, y donde el único ruido que se escuchaba por la noche era el que hacían las cabras salvajes. Además había una cabaña en desuso donde pudimos cenar tranquilamente, y también desayunar al día siguiente.
Antes de cenar tuvimos tiempo de dar un paseo por la zona, nos encontramos con algún que otro turista que se encontraba recorriendo el Camí des Cavalls que recorre la cosa menorquí.
Mientras esperábamos a que la cena estuviese lista, preparamos la zona para dormir, colocando troncos y piedras para resguardarnos un poco del frío y una lona para colocar los sacos de dormir sobre ella.
Después de cenar nos fuimos a dormir, y nos sorprendieron dos cosas: el increíble cielo estrellado y la humedad de la noche. La cantidad de estrellas que podían verse con el cielo descubierto impresiona si uno no está acostumbrado.
Y mirando el cielo nos cubrimos hasta la nariz con nuestros sacos, cuya parte externa estaba literalmente empapada por la humbedad.
Pingback: Rincones Turísticos | Menorca – Ruta en Kayak Día 4