Aprovechando que el viernes era festivo, decidimos hacer una corta escapada a Oporto, pero antes de salir nos informamos de sitios para comer, consultando opiniones en internet y también de conocidos y amigos que nos pudiesen dar una opinión de primera mano, porque comer forma parte de la gracia de todo viaje.
Y es que ahora gracias a internet podemos descubrir un montón de restaurantes y bares que con una guía a la vieja usanza nunca habríamos encontrado. Además con internet podemos consultar infinidad de opiniones para todos los gustos sin ceñimos sólo a la gente que escribe las guías de viaje.
Para paladares exigentes
Llegamos a Oporto más o menos a la hora de comer, aunque para los portugueses era quizás un poco tarde, serían más o menos las 14:00. Nos dirigimos a la zona de Oporto próxima a Matosinhos, es decir, alejado del centro de Oporto, en búsqueda del restaurante Cafeina, en la Rua do Padrão, 100.
Lo habíamos visto recomendado en internet y decidimos arriesgar, aunque no teníamos una opinión personal del sitio.
Lo primero que nos llamó la atención al llegar a la zona fue la cantidad de coches de gama alta aparcados en la misma calle. Eso nos hizo sospechar que los precios en el Cafeína se iban a salir de nuestro presupuesto, ya que no habíamos consultado precios por internet.
Durante unos instantes nos planteamos barajar otras opciones para comer, pero desde fuera el local parecía acogedor, y vimos en la entrada que tenían menú del día por 18€, que incluía entrantes, 3 platos distintos, postre, café, bebida y una copita de de espumoso. Nos pareció más que correcto, así que nos decidimos a entrar.
Al entrar nos pareció un sitio elegante, pero sin ser frío, al contrario, bastante acogedor, y desde el primer momento nos trataron con mucha amabilidad, a pesar de que no encajábamos demasiado con el tipo de clientela que llenaba el local. Parecía que había varias comidas de empresa, ya que había mucha gente trajeada, aunque también alguna familia con niños.
No había mesas libres, así que tuvimos que esperar media hora más o menos hasta que pudimos sentarnos a la mesa. Tienen una zona de sofás habilitada para la espera.
Y cuando por fin nos sentamos, pedimos todos el menú de 18€, aunque el resto de platos tampoco eran excesivamente caros.
Primero nos trajeron los entrantes. Panecillos, mantequilla, aceitunas con aliño picante y algo para untar que no sabemos muy bien en qué consistía, era una mezcla entre paté y queso, muy rico. Al contrario que en muchos sitios (la mayoría en Portugal), los entrantes iban incluidos en el precio del menú. Ojo con esto, porque te los traen sin avisar o preguntar si los quieres, y luego te los cobran bien caros.
A continuación nos trajeron la copita de espumoso y la bebida, que nos iba sirviendo la camarera cuando nos veía el vaso vacío.
Los tres platos que nos sirvieron a continuación fueron deliciosos. La presentación fue estupenda, y aunque ninguno era abundante, considero que llevaban la cantidad justa para quedar saciado sin sensación de haber comido de más.
Por último llegó el postre. Una especie de torrija con frutos secos deliciosa. Y para terminar nos trajeron el café (os aconsejo pedir un pingo si queréis un café con leche normal) y la cuenta, que fueron los 18€ por cabeza, sin sopresas inesperadas como cobrarte los entrantes aparte.
La antención fue estupenda desde el primer momento hasta que salimos de allí casi los últimos.
En resumen, es un sitio muy recomendable, aunque se salga un poco del precio medio de una comida en Oporto. Merece la pena y la relación calidad-precio es buenísima. Eso sí, lo recomiendo sobre todo si lleváis coche, ya que está bastante alejado del centro.
Un cafecito en un sitio especial
Todo el que va a Oporto ha visto recomendado el Café Majestic en la Rua Santa Catarina para tomarse un café, tanto si ha consultado una guía de viajes como si ha hecho una búsqueda en internet.
Este famoso café es casi parada obligada, pero no por el café que sirven, que lo único que tiene de especial para mi gusto es el precio elevado, sino por el local, que sí que merece la pena ver. Recomiendo ir a este sitio para conocerlo y tomarse un café porque es precioso por dentro, pero no para tomar un desayuno contundente ni mucho menos. Puede que sirvan los mejores desayunos de Oporto, pero no lo sé porque solamente tomé allí un cafecito normal.
Más económico
Para cenar nos habían recomendado un local especial, el Maus Habitos, en la Rua Passos Manuel.
Es una zona céntrica, pero no es un sitio caro. Se trata de un centro cultural donde además de cenar también dan conciertos, hacen exposiciones y venden ropa de segunda mano.
Desde fuera no salta a la vista, ya que la entrada es como la de un portal normal y el local está en el cuarto piso. Para ubicarlo facilmente basta con saber que está justo delante del Coliseu.
Por dentro es un local agradable, decorado al estilo de muchos locales modernos, con mesas y sillas o sillones diferentes, que parecen reciclados de algún mercado de segunda mano, aunque no sé si será así.
Personalmente me parece muy agradable este tipo de decoración. Hacen que un local sea más acogedor. Allí nos tomamos unas cañas, con las que nos pusieron unos cacahuetes picantes, no sé lo que llevarían.
Después pedimos un par de pizzas para compartir, una vegetariana y una picante, aunque picar no picaba mucho, no sabemos si fue consecuencia del excesivo picor de los cacahuetes que nos insensibilizó.
La famosa Francesinha
Como no estábamos llenos decidimos ir a probar lo más típico de Oporto, las francesinhas. En este caso debo confesar que pecamos de turistas ingenuos siguiendo la recomendación del personal del hotel, que nos dijo que las mejores francesinhas las encontraríamos en el Santiago, en la misma calle que el Maus Habitos.
El precio de las francesinhas en este local superaba los 8€, cuando en otros sitios no alcanza los 6€ con guarnición incluída. Aún así el sitio estaba lleno, así que nos conformamos con entrar en el local de al lado, el Lado B, donde el precio era el mismo.
No esperaba gran cosa de este plato, y lo cierto es que eso fue lo que encontré, un plato que no volvería a pedir, al menos en ese sitio. Ni siquiera nos la sirvieron con patatas fritas como en otros sitios.
Reconozco que en Guimaraes decidimos darle otra oportunidad a este plato y no había color. Pensábamos que no podía haber tanta diferencia entre una francesinha y otra, pero es un error como lo puede ser pensar que una hamburguesa sabe igual en un sitio que en otro.
Definitivamente, aprendimos que no siempre la fama o el precio son indicios de un producto mejor. Pero como siempre digo, en cuanto a la comida es todo una cuestión de gustos.
De copas
Después de cenar nos fuimos de cañas y acabamos en la zona de Clérigos, con ambiente muy joven donde las cañas estaban a 80 cts. Abundaban los universitarios jovencitos, de primer o segundo año, algunos incluso dudo que tuviesen edad para entrar en la universidad, no aparentaban más de 17.
Después de las cañas nos fuimos en búsqueda de algún pub donde bailar un poco y tomar una copa. Entramos en uno en el que al entrar te dan una tarjetita con 6 recuadros. Cuando pides una copa te apuntan lo que te has bebido en uno de ellos, y cuando dejas el pub es cuando pagas por las copas que están apuntadas. Desconocíamos este sistema y no sabíamos que se pagaba al salir, pensábamos que se pagaba al pedir la copa en la barra, así que como no pensaba tomarme nada me desentendí del cartón que me habían dado. Cual fue mi sorpresa cuando al querer abandonar el local sin la tarjeta me querían cobrar 132€, ya que sin tarjeta no podía demostrar que no me hubiese tomado 6 copas del alcohol más caro del que disponían en el garito. Negocio redondo para el local sin duda. Por suerte la tarjetita apareció y no hubo que pagar más que el precio mínimo que te cobran si no consumes nada, que no recuerdo cuánto era. Ojo con esto, porque te puede salir caro perder un trozo de cartón…
Desayuno salado
Al día siguiente nos levantamos tarde y caninos, así que bajamos a desayunar al primer bar que encontramos al lado del hotel. A pesar de la fama de los pasteles de Portugal y de que tenían bastante variedad en el bar, nos entró por los ojos un lanche mixto, una especie de sandwich de jamón y queso pero con pan dulce, como si fuese pan de leche. Nos lo sirvieron un poco tostadito y nos supo a gloria con un café. Desde luego a la hora de desayunar hay mil opciones para todos los gustos, sobre todo podéis ver infinidad de pasteles con una pinta increíble.
Comida a buen precio en un local acogedor
En nuestro segundo día en Oporto nos guiamos por una recomendación personal para comer. No hay nada como tener buenas referencias para comer bien en una ciudad que no es la tuya, y ésta no fue una excepción.
Después de visitar la librería más famosa de Oporto, Lello (calificada como la más bonita del mundo), caminamos un poco hasta encontrar el Café Vitoria en la Rua José Falcão 156.
Cuando llegamos era algo pronto, así que aún estaba cerrado. Timbramos como quien timbra en la casa de un amigo que le ha invitado a comer, y como si de esa misma situación se tratase, bajó un chico a abrirnos. Nos dijo que volviésemos en unos minutos, que aún no habían abierto al público, así que fuimos a tomarnos una caña mientras esperábamos que abriese.
Para comer está habilitado el bajo del edificio, y para cenar el primer piso. Como íbamos a comer nos ubicamos en el primer piso, donde tienen zona de fumadores y un patio abierto, aunque en Diciembre el patio estaba en desuso.
De primero pedimos una sopa del día, que resultó ser de miso, con algas y tofu. A mí me gustan este tipo de platos, pero lo cierto es que al resto del grupo no les gustó. Desde luego si esperas encontrar el sabor de la típica sopa hecha en casa por mamá, te sorprenderá un sabor amargo que no tiene nada que ver.
Como plato principal había varias opciones tentadoras, pero nos decantamos por 2 en concreto: Bacalhau espiritual y Hamburguer com ovo a cavalo. Aunque pedí la hamburguesa pude probar el bacalhau, que estaba delicioso, desmenuzado con zanahoria, cebolla y algún otro ingrediente, todo gratinado. Pero sin duda la elección de la hamburguesa fue muy buena. No recuerdo haber tomado una hamburguesa mejor nunca. Era muy contundente y jugosa, con una capa de cebolla caramelizada por encima y un huevo cubriéndola. Como acompañamiento, lechuga con tiras de manzana y almendras, y unas patatas asadas.
De postre algunos pidieron café, yo elegí el helado de caramelo, muy rico aunque tampoco gran cosa. Para beber tomamos todos agua.
Finalmente la cuenta no llegó a los 10€ por persona (la sopa del día más un plato principal son 6€), un precio más que razonable por lo bien que comimos.
Nos quedamos con las ganas de ver el comedor de las cenas, y los platos también eran distintos, había más variedad. Seguro que si volvemos a Oporto cenaremos en este acogedor rincón entrañable.
Bodegas de Oporto
Para despedirnos de la ciudad fuimos por la tarde a visitar una bodega, una de las muchas que hay en Vilanova de Gaia. Entre todas las que hay, os recomiendo visitar las bodegas de Ferreira. Hacen visitas guiadas en las que cuentan la historia de las bodegas y de los distintos tipos de vino, y finalmente ofrecen una cata de varios vinos.
Esta fue nuestra última parada en Oporto, tras lo cual pusimos rumbo a Guimaraes, ciudad de la que os hablaremos en futuras entradas.
Un reportaje estupendo. Preparando mi viaje a Oporto estoy y no sabes lo bien que me viene. Gracias por compartir tus experiencias.
¡Gracias por tu comentario Marimel! Oporto es una ciudad preciosa y con mucho encanto, estoy segura de que vas a disfrutar del viaje ^^