Si queréis hacer turismo en München, probablemente una de las peores épocas sea durante la Oktoberfest. Pero si vais a propósito buscando esta fiesta, lo pasaréis muy bien.
El ambiente de fiesta que se respira en München durante la fiesta de la cerveza no se puede explicar, hay que vivirlo.
Puesto que son unas fechas complicadas para encontrar alojamiento en esta ciudad, decidimos trasnochar en Ausburg, a tan solo hora y media en tren de München. Siempre que he tenido que desplazarme en Alemania me ha parecido que todo está muy bien comunicado, así que no fue un problema el no alojarnos en la propia ciudad de München. Ausburgo nos pareció una ciudad muy agradable, pequeña y con ambiente joven, ya que es una ciudad universitaria. Nuestra parada en la Oktoberfest formaba parte de una pequeña ruta que nos hicimos por el sur de Alemania, así que no puedo hablaros mucho de Ausburg, pues sólo estuvimos dos noches y el día lo pasamos en München.
Cuando llegamos a la estación de tren de München llovía a cántaros y hacía un viento de los que destrozan los paraguas, así que no se puede decir que empezásemos la experiencia con buen pie… Llegamos a la zona donde se cuece la fiesta, donde se encuentran las carpas y los puestecitos de feria, y la cosa no parecía mejorar, ya que muchas de las carpas eran privadas y no nos dejaban pasar. Seguimos caminando bajo la lluvia y por fin encontramos un rayo de luz, ¡una carpa en la que nos dejaron entrar! A pesar de que no encontramos una mesa libre y tuvimos que permanecer de pie todo el tiempo, en ese momento (y todavía hoy) ¡nos pareció la mejor carpa de todo München! Pero aún no podíamos cantar victoria, ¡había que conseguir una jarra de cerveza como fuese! Y es que muy a nuestro pesar, ¡nos habíamos situado en una barra que sólo servía comida! Aún así, ya teníamos nuestro hueco y no tiramos la toalla, nos dividimos en dos grupos para buscar una barra que no estuviese colapsada y en la que nos sirviesen una jarrita de cerveza. Por fin nos hicimos hueco en una de las barras donde servían cerveza y pedimos una jarra por cabeza, ¡que ilusión! Cuando nos volvimos a juntar en nuestro huequecito, los dos grupos habíamos encontrado nuestro objetivo, así que pasamos en un momento de estar empapados y sedientos a tener dos jarras de litro y medio de cerveza por cabeza! Eso no era un problema, nos las bebimos encantados, fue una buena recompensa por todo el esfuerzo que nos había costado conseguirlas.
Ya con la cerveza en la mano empezamos por fin a disfrutar, ¡y vaya si disfrutamos! El ambiente era inmejorable, todo el mundo parecía llevarse bien con todo el mundo, todos cantamos, bailamos, hablamos con gente de distintos paises, brindamos con un montón de desconocidos, y nos reimos hasta hartarnos!
Pasamos todo el día en la carpa y se nos pasaron las horas volando, pero al caer la tarde estábamos caninos (no habíamos comido más que un par de salchichas en todo el día), así que nos fuimos a comer algo. Entramos en el primer restaurante que encontramos de camino a la estación y cenamos estupendamente (puede que influyese el hambre voraz que teníamos). También en este restaurante se respiraba ambiente festivo, y es que entablamos conversación con gente de otras mesas que también estaban de visita en Alemania para conocer la Oktoberfest. Incluso conocimos a un americano que afirmaba ser «Christopher Colombus».
Como resumen de nuestra experiencia, la califico como «muy positiva», y animo a todo el que esté pensando en ir para que lo haga. No os desaniméis si al llegar allí no podéis entrar en la mayoría de las abarrotadas carpas, no os quedaréis sin vuestra cerveza.
Qué gran viaje!!! olvidas comentar que dentro del recinto de la Oktoberfest tuvimos la oportunidad de probar unas típicas salchichas alemanas y una crepe de nutella estupenda!!