Porto es una ciudad llena de colores, no solo por sus fachadas deterioradas pintadas de distintos tonos o cubiertas de azulejos. Cuando atardece a orillas del Duero, la ciudad se ve envuelta en diversos colores haciendo de Porto una imagen de postal: azules intensos en el río, rosas y naranjas en las nubes, y las luces anaranjadas de la ciudad que ya empieza a dormir o a salir de fiesta.
El que va a Porto no debe perderse un atardecer desde cualquiera de las dos orillas del río. Tanto si lo veis desde la famosa Ribeira como si lo hacéis desde Vila Nova de Gaia, al otro lado del conocido puente “Dom Luis I”, obra de Théophile Seyrig. Este puente os podrá recordar a la estructura metálica de la Torre Eiffel de París, no sin razón, ya que Théophile fue discípulo de Gustave Eiffel.
El puente se puede cruzar en coche por la parte más baja, en metro por la parte más alta, o a pie por cualquiera de las dos partes. Personalmente lo he cruzado de las cuatro maneras (en coche, en metro y andando por arriba y por abajo). Recomiendo cruzarlo al menos una vez andando por la parte de arriba. Las vistas, sobre todo al atardecer, merecen la pena, aunque si sufrís algo de vértigo como yo, no os recomiendo asomaros a la barandilla.
Mientras que la zona de la Ribeira está plagada de terrazas y restaurantes, la orilla de Vila Nova de Gaia es famosa porque es allí donde se encuentran las bodegas más míticas. Si os gusta el vino Oporto, os recomiendo visitar al menos alguna.
Visitando una bodega de Oporto
Sólo puedo daros mi opinión de la bodega Ferreira, que es la única que he visitado.
En la entrada de la bodega, antes de empezar la visita, hay un pequeño museo con la historia del vino y la bodega Ferreira. En este pequeño museo nos cuentan tambien la interesante historia de Doña Antonia Ferreira, que llevó las riendas de la empresa en el siglo XIX, algo que no debió ser nada fácil en aquella época para una mujer divorciada! Además de ser una mujer con mucha fuerza que supo llevar con éxito la empresa vinícola, también era muy querida por ser generosa y altruista.
No entiendo nada de vinos, así que la visita guiada me pareció muy interesante, puesto que nos explicaron muy bien la diferencia entre los distintos tipos de vino Oporto: blanco (aunque su color es más bien dorado), Ruby y Tawny. También nos explicaron el por qué de que el vino Oporto sea más dulce y a la vez más fuerte que otros vinos tintos. La diferencia está en que no dejan que el azucar de las uvas llegue a fermentar del todo, cortan el proceso de fermentación añadiendo aguardiente, de manera que al mismo tiempo que conservan parte del azucar de la uva, consiguen un vino más fuerte. La diferencia entre los vinos de tipo Ruby y Tawny está en la manera de envejecerlo y conservarlo. Mientras que el Ruby está poco tiempo en barricas grandes (mínimo 3 años) conservando así un sabor afrutado, el Tawny está más tiempo (mínimo 7 años) en barricas más pequeñas, de manera que tiene más contacto con el roble y tiene un sabor que nos recuerda más a la madera. Los vinos reserva, llamados Vintage, permanecen más tiempo en las barricas (de 10 a 20 años), y hay otros vinos especiales que pueden envejecer en botella, de manera que podemos conservarlos en casa muchos años sin que se estropeen. Estos vinos ya son más caros, pudiendo llegar a costar la botella más de 1000€. Un vino de este precio es para lucirlo en un botellero y no tocarlo (por cierto, en botelleros.net puedes encontrar algunos bastante decorativos).
Al final de la visita a la bodega, os ofrecen siempre dos copitas de dos vinos distintos para probarlos. En el caso de la bodega Ferreira nos ofrecieron una copa de vino Ruby (afrutado) y otra de vino blanco Lágrima, que tiene un sabor muy dulce que recuerda al sabor de la miel, perfecto para acompañar un picoteo dulce o salado.
Para hacer la visita debéis llamar para reservar, así podréis aseguraros que la visita la hagan en español (si es que os interesa hacerla en español).
Al salir de la bodega podéis dar un paseo tranquilo por la orilla del Duero contemplando las fachadas de la Ribeira de Porto.
Ojo, que la Ferreirinha no se divorció, si no que enviudó a los treinta y pico. Al poco tiempo volvió a contraer nupcias.
Gracias Manel, por tu comentario y la corrección!
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